El amor de la estanciera

Dirección: Valeria Fadel

Funciones: viernes 21 hs.
Teatro: Puerta Roja
Lavalle 3636 (Abasto) - Capital Federal –
Localidades $25 (Descuentos a estudiantes y jubilados)
Reservas al 4867-4689
http://puerta-roja.blogspot.com

Actúan: Gabriela Julis, Pablo Di Croce, Nela Fortunato

Se estima que El amor de la estanciera fue escrita en 1792.
Pertenece al género “gauchesca primitiva”.En este contexto la “gauchesca primitiva” le dice no al español  y trata de crear una lengua nacional.

El del amor de la estanciera es un caso particular con respecto a otras obras de la misma época. Sostienen diferentes investigadores  que el autor fue un intelectual que ahondó en los modismos y costumbres gauchescas y desde allí, intentó lo más fielmente posible escribir un sainete que lo reflejara. Los personajes de la “gauchesca primitiva” están vistos desde la ciudad por autores anónimos y cultos que se sentían identificados con el pueblo.

En esta re-escritura de  El amor de la estanciera los personajes se encuentran con la imposibilidad de continuar reiterando mecánicamente una obra (la original) que vienen representando ininterrumpidamente desde 1792.

 Notas y críticas:

La investigación que llevaron adelante los integrantes del grupo -con la directora Valeria Fadel a la cabeza- les quitó solemnidad a los años transcurridos a tal punto que se atrevieron a cruzarlos con elementos contemporáneos que aparecían precisos para salvar las dificultades que se les presentaban. En ese sentido el grabador con las voces de algunos de los ausentes es un hallazgo. Ver a la madre gritándole a su hija -con la boca pegada al aparato-: "Chepa, a ordeñar... Chepa, a ordeñar" es de una ternura que hasta logra desprender algún lagrimón.
Pancha y Marcos parecen dos niños que juegan, se asustan, se pelean, se amigan y, cuando logran desprenderse "del mandato" de contar la historia, dejan al descubierto los secretos de la teatralidad. En esos juegos también surgen enfrentamientos y contrastes que marcan ciertos rasgos de la identidad nacional -muchas de las claves están en el lenguaje- y el lugar que se le da al extranjero.
La reescritura de la obra, afortunadamente para el espectador, lejos de ser solemne o pretenciosa es amigable, inteligente, curiosa y llamativa. Los tres actores (Gabriela Julis, Pablo Di Croce y Nela Fortunato) cumplen sus roles con entrega, lo que les deja alcanzar grandes momentos. El planteo escenográfico es mínimo, pero muy redituable para la idea que el grupo lleva adelante.
Verónica Pagés, diario La Nación
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1116985

Nota de Leni González, diario Crítica de La Argentina 3.4.09
http://criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=22277

La productividad de un clásico, en el desafío de la forma.
Con procedimientos que sorprenden por su audacia, la secuencia del grabador es un buen ejemplo, y excelentes actuaciones donde se destacan el dominio del espacio escénico, la gestualidad y el trabajo corporal; el grupo actoral y su directora, resignifican  la fábula, y nos llevan por ella con ternura y humor. ..
Poner en escena una obra de 1792 resulta todo un desafío, pero éste es soslayado no solo por la re-escritura del texto sino también por la corporeidad escénica, porque el protagonismo del trabajo corporal es el modo de expresión predominante.
María de los Ángeles Sanz – Azucena Joffe www.revistaafuera.com

La sencillez de la historia se potencia con actuaciones interesantes, mostrando un gran trabajo corporal, de investigación en el género y adaptación textual, ya que con acciones puntuales más que palabras se cuenta la historia. Una escenografía simple y funcional, ilustra esta obra teatral. La dirección de Valeria Fadel, es interesante como trabajo y desde qué lugar abordó una pieza tan antigua y cómo la recreó para hacerla entendible. Una curiosa experiencia teatral, muy digna de ver.
Meche Martinez http://vidayamorporlapalabra.blog.arnet.com.ar
http://vidayamorporlapalabra.blog.arnet.com.ar/archive/2009/03/25/el-amor-de-la-estanciera.html

El trabajo corporal es uno de los pilares de una puesta que vale la pena ver para aprehender la génesis de lo que es hoy el teatro Argentino
Daniel Gaguine, Noticias Urbanas

La presentación a cargo de la mudita resulta imprescindible - además de ser un condimento divertido - para comprender el amor que precede a este nuevo amor entre estos dos que de tanto repetir y estar presos, terminan pareciéndose bastante a la vaca que ordeñan.

Eugenia Guevara http://www.ruletachina.com

http://www.ruletachina.com/review/rch15/teatro/index.html

La reescritura es inteligente, y moderniza a la obra al interesarse más por denunciar los efectos de la teatralidad antes que por los vericuetos de la historia que es demasiado sencilla. Inteligente, nostálgica, con ciertos toques de humor, la obra es experimental, aunque no pretenciosa. El amor de la estanciera es una buena apuesta que ahonda en los artificios del teatro y al mismo tiempo homenajea a uno de los primeros géneros del teatro argentino.
Nicolás Pose http://revistasiamesa.blogspot.com

http://revistasiamesa.blogspot.com/2009/04/el-amor-de-la-estanciera-en-la-nueva.html

Voces en off: Francisca Ure, Mariana Biscotti
Escenografía: Fernando Morando, Matías Mikey
Vestuario: Isabel Cardozo

Montaje sonoro: Matías Berneman
Diseño Gráfico: Carlos Mathov y Andrea Schwartzmann

Producción: Diego Akselrad.

Asistencia de dirección: Daniela Schiaffino
Re-escritura: Verónica Lopez Olivera, Pablo Di Croce, Valeria Fadel

La dependencia política, económica y cultural propia del sistema colonial de dicha época tenía como consecuencia que las manifestaciones artísticas hispanoamericanas se rigiesen por la continuidad e imitación de las actividades desarrolladas en la metrópoli, centro creativo primario. El teatro, así como la música y la plástica, llegaba desde España por vía directa de artistas y obras provenientes de la península o desde Perú.
El teatro, en el período colonial estuvo siempre supeditado al campo de poder. Fue un instrumento  que funcionaba como una estrategia con el fin de evangelizar, exaltar al poder real, recaudar fondos  y como medio de diversión pública para legitimar a la ciudad, equiparándola a otras ciudades de España y América. La actividad teatral durante este período  fue  vigilado por las autoridades virreinales y religiosas, que instrumentaron tanto la censura como el control policial en las salas, sobre los actores y el público.
Con respecto a la estética de la sociedad rioplatense: en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX, el iluminismo era el modelo.

 

 

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